el mejor codigo
No es aquel con pitos y campanas. Ni el más llamativo. Tampoco es el más nuevo. El mejor código destaca por no sobresalir, pasa desapercibido. No llama la atención. Excepto por una ocasión: cuando todo este arcoíris de cosa colapsa, el mejor código mantiene sus bases. No se mueve, tiene sus cimientos fuertes. Es una lección que sigo aprendiendo a día de hoy. Tener un código así no tiene precio. Es tan invaluable que muchas veces irónicamente le damos poco valor. Estos días quise cambiar la plataforma de blog donde escribo. Este sitio donde estás leyendo esto (si es que alguien algún día lo lee (primero debo antes compartirlo (que no lo creo (pero ojalá lo haga)))) está hecho originalmente con jekyll. jekyll es un generador de sitios estáticos ya un poco anciano. Pero no por eso menos capaz. No todo lo que brilla es oro. No todo se trata de velocidad. No si necesitas llegar al sitio sano y salvo. Jekyll es eso y más. Solamente quiero ser capaz de escribir y expresarme, y si alguien en verdad quiere leer lo que tengo para decir, no quiero creer que esperar 300ms de más hará que eso cambie. O tal vez no sé manejar un auto de fórmula 1 y debi leer el manual. Porque así fue como me sentí tratando de migrar este blog a hugo. Todo es estúpidamente complicado y confuso. Skill issue?, tal vez. Pero estos dos días que inútilmente trate de olvidarme de mis orígenes, me hicieron pensar en algo: El mejor código que hay es aquel que no se escribe. No cuando ya lo tengo. También puede ser pereza, pero prefiero irme por esta razón pseudo-filosófica. Jekyll te quiero y debi apreciarte más.