poniendose vieja la navidad
Las fiestas de navidad y de fin de año como adulto, de verdad que distan demasiado del recuerdo bonito y de las ideas inocentes que uno guardaba cuando estaba niño. Cuando era tiempo de reunirse con los familiares lejanos, reunirse con los primos que escasamente veíamos, y aprovechar esas una o dos noches porque -para bien o para mal- era lo que nos juntaba como familia. Se dice que la navidad es un tiempo de esperanza, una época donde compartimos un espíritu, el espíritu navideño. Una fuerza exterior que nos hace pensar que algo mejor esta por llegar, que nos motiva a compartir con nuestros semejantes, a apreciar a nuestros queridos, a extrañar al ausente y, en últimas, a pelear por los derechos del patrimonio familiar. No dudo que muchas familias logren pasar este tiempo en tranquilidad, observando las escrituras y la llegada del niño con serenidad, pero también tengo claro que cada cosita hace que una partecita de ti muera en el camino. Probablemente convertirse en adulto sea una de ellas… así como todas esas noches vanas esperando a alguien que no va a llegar, después de tantos cantos, y del sudor de la gimnasia mental que se hace leyendo aquellos párrafos y de la pena que se siente cuando volteas a ver a alguien y lo ves igual o más ido que tú. De verdad cada cosa, no solamente en esta época, -en general- hace que una pequeña parte dentro de nosotros muera. No hay duda de que hoy somos una persona muy diferente a la que éramos hace un año. Después de todo está dentro de nosotros como humanos crecer y adaptarnos. Es un proceso constante de cambio, donde es probable que aparezcan unas cuantas características que algunos podrían considerar indeseables. Pudiese ser que nuestra tolerancia natural a la vergüenza, se haya ido perdiendo todos estos años. Y ahora cuando queremos usarla ya vemos que no nos calza, y que nos queda pequeña.
Nadie quiere mirarse al espejo y ver cómo sus semejantes se ríen. Ver cómo las prendas que usamos en un tiempo ya no nos quedan.
Nos vemos adultos haciendo cosas de niños. Nos retiramos porque nos empezamos a sentir fuera de lugar.
Las fiestas ya no se sienten igual, las cosas han cambiado.
Nos encontramos en casa, pero no nos encontramos en casa.
En qué momento la Navidad dejó de ser divertida
Ahora somos adultos
–